Formacion, empleo: Error y fracaso como motores de la innovación |
| Si hay dos palabras que son especialmente negativas y rechazadas por cada uno de nosotros y por la sociedad, estas son Error y Fracaso.
Sin embargo, nadie nos dice que esta actitud misma es un error, que precisamente estos dos conceptos tienen una importancia esencial para el progreso y que son los que nos pueden permitir alcanzar los aciertos y el éxito en todos los ámbitos.
Noviembre 2011
Pero la ambigüedad de estas palabras origina cierta confusión en sus conceptos.
La Real Academia de la Lengua define el fracaso en una de sus acepciones como el “resultado adverso de una empresa o negocio.”
La misma Entidad determina que el error es “una acción desacertada”, aunque resulta más precisa, entendible y útil la definición matemática: “El error es la diferencia entre el valor medido o calculado y el real”.
Si tomamos este último sentido podemos ver que un resultado erróneo es, en realidad, un resultado más o menos cercano al correcto. Visto así es más fácil entender el error como una parte esencial del acierto.
Los errores y fracasos son inherentes al ser humano, grandes científicos y grandes artistas han sido padres de extraordinarios fracasos pero llegaron a obtener enormes éxitos porque conocieron la importancia del error y del fracaso.
Todos erramos todos los días durante toda la vida, nadie quiere cometer errores voluntariamente y prácticamente nadie, obtiene el resultado correcto en el primer intento de una acción nueva.
Para conseguir el éxito en la vida, en el trabajo, en todos los órdenes y ámbitos de la existencia es preciso conocer la importancia del error y sobre todo es fundamental saber gestionar el error y el fracaso.
La actividad humana se compone de acciones, sus átomos constituyentes, cada una de las cuales, se dirige a la obtención de un fin, o un bien, que satisface las necesidades (objetivas o subjetivas) del protagonista de la actividad.
Para conocer y aprovechar el error debemos observar que el acto humano voluntario se divide en varias fases: la definición del objetivo, el planteamiento o planificación, la decisión, la ejecución y la recogida y evaluación del resultado. Del desarrollo de estas fases depende la posibilidad de alcanzar o no el acierto.
Cuando el resultado coincide o supera a lo planificado decimos que hemos tenido un acierto y en caso contrario un error.
Normalmente llegamos al acierto después de un cierto número de errores cada vez más próximos al resultado correcto (actuando por aproximaciones sucesivas).
Los niños, que viven en un estado permanente de prueba y error, están continuamente ensayando sus recursos frente a su entorno, especialmente en los juegos.
Luego durante toda la vida, continuamos experimentando, buscando los límites de nuestras posibilidades, particularmente en la fase de aprendizaje de un oficio o carrera.
El método de prueba y error es el único camino, en muchos casos, que permite a los inventores y científicos alcanzar sus hallazgos.
Cada error en un planteamiento da lugar a una nueva planificación de la siguiente prueba, esto permite al innovador, al científico y al artista avanzar error tras error y también llegar a descubrimientos imprevistos que pueden cambiar su objetivo al encontrar otro más importante.
Cuando Thomas Alba Edison inventó la bombilla de incandescencia, hubo de intentarlo 10.000 veces con diferentes tipos de filamentos antes de utilizar el de carbón, que fue (inicialmente) el definitivo.
En el intento numero cinco mil, le preguntaron si se sentía desanimado, él contestó que no había fallado cinco mil veces, sino que había aprendido cinco mil formas diferentes que no funcionaban y que esto le situaba cinco mil pasos más cerca de descubrir la solución.
Son innumerables los grandes avances e inventos que han sido el resultado de un error.
Cristóbal Colón descubrió América debido a un enorme error de cálculo, él pensaba que nuestro planeta tenia un radio menor que el real y supuso que podía alcanzar la India a través del océano. Se equivocó, pero en el error descubrió algo que no habría encontrado de haber estado acertado, un continente nuevo.
Un error de Fleming que investigaba la gripe, provocó que un extraño moho verdoso infectara uno de sus cultivos de bacterias, este error le permitió descubrir la penicilina, uno de los mayores éxitos de la Humanidad.
Otro error permitió a Roengen, al final del siglo XIX, descubrir las propiedades de una radiación desconocida que llamó rayos X, cuando pudo observar los huesos de la mano de su mujer en una placa fotográfica de una emulsión sensible alcanzada por tal radiación.
En un próximo articulo profundizaremos en la gestión del error, mientras tanto tenemos ya una primera conclusión: es muy importante el error en nuestras vidas, en las empresas y en la sociedad, no porque nos produzca perdidas o demérito sino por lo mucho que podemos aprender y avanzar con ellos.
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